La flora vaginal a lo largo de la vida

Casi todas las mujeres sufren de una infección vaginal al menos una vez en su vida. No es raro que esto se convierta en una condición recurrente o incluso crónica. Esto significa una calidad de vida restringida, a veces la pérdida de la libido o incluso la infertilidad. Por lo tanto, una composición óptima de la flora vaginal es un requisito previo decisivo para la calidad de vida y la salud de la mujer. Pero la importante microbiota vaginal está sujeta a numerosas influencias y cambios desde el nacimiento hasta la vejez.

Una microbiota vaginal sana está formada, en gran parte, por bacterias del género Lactobacillus y actúa como un importante escudo protector contra infecciones en la zona íntima, por ejemplo contra vaginosis bacterianas (infecciones bacterianas vaginales), aftas vaginales o infecciones del tracto urinario. Los lactobacilos dificultan el establecimiento de gérmenes patógenos: las bacterias de la flora vaginal metabolizan el glucógeno (una forma de almacenamiento de hidratos de carbono) en ácido láctico, por lo que también se les conoce como bacterias del ácido láctico. Este proceso es relevante para mantener un pH ácido de 3,8 a 4,4 en la vagina y crea un ambiente que previene el crecimiento de gérmenes patógenos.

La construcción de la flora vaginal comienza en el nacimiento, con la ayuda de las bacterias del microbioma materno

El hecho de que el área genital femenina sea frecuentemente atacada por hongos y bacterias dañinas tiene que ver con la anatomía femenina: porque el órgano sexual femenino es el único órgano humano que tiene una conexión directa tanto con el exterior como con el interior del cuerpo. Mientras que nuestro  está protegido por el esfínter y el oído y los pulmones son un callejón sin salida, la vagina es una vía directa de ingreso al cuerpo. “Eso requiere funciones especiales de protección. La piel vaginal está protegida por distintas capas, por bacterias del ácido láctico en la superficie del tejido y por el sistema inmunitario asociado a la superficie. El microbioma y el sistema inmunitario trabajan en estrecha colaboración”, explica una ginecóloga de Leipzig, la Dra. Probst. Lo que ya se sabe y está probado en relación con el intestino también se aplica a la vagina.

Cuerpo femenino - representación esquemática de la colonización intestinalEscudo protector desde el primer día de vida

La construcción de la flora vaginal comienza al nacer – con la ayuda de bacterias intestinales (ver figura). Al observar lateralmente la pelvis femenina se puede ver que el área anal o recto, el área vaginal y el tracto urinario no son conductos cerrados, sino que se conectan con el exterior del cuerpo por medio de orificios. Entre la área anal y vaginal existe una “ruta mucosa“: los lactobacilos son transportados fuera del recto a través de esta vía de transporte natural. A su vez, el recto sirve como reservorio para las bacterias beneficiosas del ácido láctico, las cuales son luego transportadas hacia la vagina. La estrecha conexión entre la flora intestinal y vaginal explica por qué los factores que alteran la flora intestinal también afectan negativamente la flora vaginal. Por ello es que se puede lograr una flora vaginal saludable de forma sostenible al tomar probióticos por vía oral.

Cesárea: ¿comienzo desfavorable para el microbioma?

Si los niños no nacen de forma natural y no pasan por el canal de parto, no están lo suficientemente confrontados con el microbioma vaginal. Por supuesto, una cesárea puede ser necesaria para proteger la salud de la madre y darle al niño un comienzo seguro en la vida; no hay duda de que esta vía de parto salva muchas vidas. Sin embargo, también hay una fuerte tendencia hacia las cesáreas solicitadas: en Alemania, alrededor del 30 % de los niños llegan al mundo por cesárea.

“Aparte del estrés físico para la madre debido a la operación y luego debido a la herida, una cesárea limita la transmisión de  bacterias importantes de la madre al niño. Esto se puede probar al encontrar más gérmenes de la piel en el intestino de los niños nacidos por cesárea. La falta de ciertos microorganismos, que se supone que hacen que nuestro sistema inmunitario sea tolerante a ciertas bacterias, puede provocar una reacción exagerada del sistema inmunitario sistema que conduce a enfermedades de la piel como neurodermatitis y alergias. “Si la madre recibe antibióticos, también habrá un cambio en su flora intestinal que se reflejará en la composición de la leche materna”, explica Probst.

El desarrollo hormonal cambia la mucosa vaginal

Manos sosteniendo una orquídea - símbolo de la flora vaginal a lo largo de la vidaCon la entrada de la pubertad y, por lo tanto, en la edad fértil, la mucosa vaginal se expande haciéndose más gruesa y más fuerte. La naturaleza es sabia: dado que las mujeres tienen más relaciones sexuales en la primera mitad de su vida, en esta fase necesita más protección que antes de la madurez sexual y es por ello es importante que las membranas mucosas se fortalezcan. Además, las bacterias del ácido láctico son estimuladas por lo que presentan mayor actividad para fortalecer el escudo protector: “Debido a la influencia de los estrógenos, más glucógeno se almacena durante la pubertad, que a su vez es necesario para la beneficiosa producción de ácido láctico.

Sin embargo, si una mujer tiene un nivel reducido de estrógenos, como durante la menopausia, almacena menos glucógeno. Como resultado, menos bacterias buenas permanecen en la vagina. Esto se nota, por ejemplo, en pacientes que tienen un tumor ginecológico y están recibiendo terapia antihormonal. Debido a los niveles bajos de hormonas, la piel y las mucosas del cuerpo cambian. Se adelgazan, al igual que la mucosa vaginal. Y también se reduce la simbiosis con los microorganismos”, apunta Probst. La diferente composición de la flora vaginal en las diferentes fases de la vida puede atribuirse en particular al efecto de las hormonas.

Problema continuo de infección vaginal

Wiederkehrende Infekte - Frau hält Wärmeflasche auf den BauchLas infecciones vaginales causadas por microorganismos no solo ocurren en relación con enfermedades graves: casi todas las mujeres pueden dar testimonio al respecto: a lo largo de su vida, el 70-75 % de las mujeres se ven afectadas al menos una vez por candidiasis y un 5% de las mujeres sufre de vaginosis bacteriana. En el embarazo, la frecuencia de infecciones aumenta drásticamente.

Las causas son múltiples: estrés, sistema inmunitario débil, higiene vaginal excesiva, relaciones sexuales ( especialmente con el cambio de pareja), cambio hormonal o diabetes mellitus. Todos estos factores conducen a un desequilibrio en la flora vaginal, lo que reduce el número de bacterias del ácido láctico. Sin embargo, una de las razones más comunes es probablemente la administración de antibióticos, que pueden causar vaginosis bacteriana, desencadenada por Gardnerella vaginalis, Prevotella o Mycoplasma. Aquí es donde comienza el círculo vicioso, porque la vaginosis bacteriana a menudo se trata con antibióticos y, estos aniquilan no solo los microorganismos patógenos, sino también las bacterias útiles del ácido láctico. Esto facilita que los patógenos se reasienten nuevamente porque el escudo protector en el área genital está muy dañado. Por lo tanto, no sorprende que numerosas mujeres tengan que luchar con problemas recurrentes en el área íntima: 60 % de las mujeres a las que se les diagnostica vaginosis bacteriana vuelven a sufrir los síntomas después de seis meses como máximo.

Las infecciones del tracto urinario (“cistitis”) vuelven a ocurrir en el 25 % de las mujeres, lo que a menudo provoca síntomas crónicos. Los gérmenes causantes de enfermedades son extremadamente creativos cuando se trata de su propia supervivencia: la mucosa vaginal a menudo está cubierta por una llamada biopelícula. En esta capa fina de moco contiene los propios gérmenes patógenos en gran número y los protege tanto de la acción del sistema inmunitario del cuerpo como de la acción de los antibióticos. En consecuencia, tal biopelícula favorece la recurrencia de infecciones vaginales. Las infecciones urinarias recurrentes son producidas mayormente por los siguientes microorganismos: Escherichia coli y Gardnerella vaginalis.

Los microorganismos que causan enfermedades son extremadamente creativos cuando se trata de su propia supervivencia: la mucosa vaginal a menudo está cubierta por una biopelícula que los contiene y protege.

Los primeros patógenos llegan desde el intestino, a través de la vagina y viajan hacia el tracto urinario, donde anidan en la pared de la vejiga. Allí están tan bien escondidos que ni los antibióticos los atacan ni las propias defensas del organismo pueden detectarlos. Si se añade la bacteria Gardnerella vaginalis, E. coli se reactiva y desencadena una inflamación en las vías urinarias.

Los probióticos rompen el “ciclo infeccioso”

Pero, ¿cómo puede una mujer salir del ciclo de infección? Ahora se sabe y se reconoce el hecho de que los probióticos también juegan un papel importante en la salud vaginal. Un estudio científico ha evaluado la influencia de un probiótico multiespecie en la flora vaginal, durante la infección bacteriana, mientras las pacientes eran tratadas con un antibiótico. Después de cuatro semanas, se mostró un resultado que da esperanza a muchas mujeres que sufren: en el grupo de mujeres que habían recibido un placebo, el 38 % seguía mostrando síntomas de vaginosis bacteriana, a pesar del tratamiento con antibióticos. En el grupo de probióticos, por otro lado, ninguna mujer tuvo que luchar con una infección recurrente. Una ruptura del círculo vicioso: ¡por una mejor calidad de vida!

Deseo de tener hijos y flora vaginal: ¿existe una conexión?

La colonización bacteriana también juega un papel esencial para el surgimiento de nueva vida: durante mucho tiempo se supuso que el tracto genital femenino solo estaba colonizado por bacterias probióticas en la vagina. Pero luego se descubrió que el útero también alberga un microbioma. Cada vez hay más pruebas de que este microbioma bien puede desempeñar un papel en si el óvulo se implanta o no en el útero. Además, el número de bacterias beneficiosas hace una contribución significativa a permanecer embarazada o a evitar un aborto espontáneo. En el momento del embarazo, la vagina debe estar predominantemente colonizada por bacterias buenas (del ácido láctico) para poder protegerse de los gérmenes que causan enfermedades (patógenos).
Sin embargo, para que se produzca un embarazo, cada vez más parejas necesitan ayuda en forma de inseminación artificial, y la tendencia sigue al alza. Por lo tanto, se investigó qué influencia tiene la composición del microbioma en el útero sobre el éxito de implantación en la inseminación artificial. Se demostró que un microbioma uterino sin lactobacilos se correlaciona con efectos negativos en la función reproductiva y, por lo tanto, como una posible causa de falla de implantación y pérdida del embarazo. Esa es la conclusión de este estudio.

Otro trabajo se ocupó de estudiar un germen vaginal específico llamado Ureaplasma parvum: si el microbioma vaginal está cubierto de este microorganismo, esto se asocia, entre otras cosas, con infertilidad y con enfermedades en torno al momento del nacimiento. En el curso de este estudio, se examinó la flora vaginal de 80 mujeres infértiles antes y después de cuatro semanas de aplicación de un probiótico multiespecie: en aquellas mujeres que habían recibido el probiótico, el germen era apenas detectable, en contraste con el grupo placebo, en el que la colonización con Ureaplasma parvum había aumentado significativamente. Los gérmenes que causan enfermedades serían suprimidos mediante un probiótico adecuado. Esto mejora significativamente la composición de la flora vaginal. Representa una forma sencilla de apoyar a las mujeres con deseo insatisfecho de tener hijos.

La menopausia afecta a todo el microbioma femenino

Uno de los cambios más significativos para las mujeres es la menopausia . En esta fase, la producción reducida de estrógenos, andrógenos y hormonas del cuerpo lúteo puede causar síntomas físicos y mentales notables como sofocos, trastornos del sueño o pérdida de la libido. Pero la menopausia también deja su huella en la flora intestinal. La composición de las bacterias intestinales depende en gran medida de las influencias ambientales, la dieta, el estrés, la ingesta de antibióticos y hormonas. La flora intestinal muestra el mayor grado de inestabilidad especialmente en las fases de la vida con mayor dinámica (infancia, pubertad , etapa de envejecimiento). “A medida que envejecemos, el número de microorganismos del microbioma se reduce. La cantidad de bacterias simplemente disminuye”, dice el Dr. Probst. Además del estrógeno, la cantidad de progesterona, la hormona que regula el ciclo menstrual y el embarazo, disminuye en la menopausia. La disminución del nivel de progesterona también afecta y puede perjudicar la función de la barrera intestinal.

La flora vaginal influye en la calidad de vida de todas las mujeres desde el nacimiento hasta la vejez, ¡una razón importante para cuidarla bien!

Además, los estudios han podido demostrar que después de la menopausia hay un relación Firmicutes-Bacteroides más pobre. Estas observaciones coinciden con el índice de masa corporal creciente de muchas mujeres en esta fase de la vida, ya que las bacterias intestinales Firmicutes son consideradas como “engordantes”. Otro cambio en el microbioma intestinal que se manifiesta en el transcurso de la menopausia es la producción reducida de ácidos grasos de cadena corta, que están involucrados en la regulación del apetito y en el metabolismo energético. Pero no solo cambia el número de bacterias intestinales, sino también la composición bacteriana de la flora vaginal a lo largo de la vida.

Antes de la menopausia, la flora vaginal sana está colonizada principalmente por lactobacilos. Tras el inicio de la menopausia y la caída de los niveles de estrógenos, la cantidad de glucógeno disminuye, lo que a su vez afecta negativamente al crecimiento de lactobacilos lo que afecta la producción de ácido láctico. Como resultado, el valor del pH en la vagina también aumenta ligeramente. Un número reducido de bacterias protectoras del ácido láctico facilita la propagación de gérmenes patógenos en la flora vaginal: esto puede provocar síntomas en el área urogenital como picazón, aumento de las ganas de orinar o sequedad vaginal. Aquí también tiene sentido apoyar la flora vaginal con probióticos y complementar importantes lactobacilos. La Dra. Probst también aconseja a sus pacientes en la menopausia que hagan lo mismo. “Si la vagina está muy seca, por ejemplo, esto a menudo se aplica también a los intestinos y luego la protección inmunológica generalmente disminuye. Pero si las mujeres toman probióticos, la situación suele mejorar en una semana“. La flora vaginal influye en la calidad de vida de cada mujer durante toda su vida. Una razón importante para cuidarla bien!

Dr. Probst

Descripción personal:

La Dra. Tarané Probst estudió medicina humana y salud pública en la Universidad de Medicina de Hannover y reside en Leipzig desde 2014.

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