El sistema inmunitario del niño

El desarrollo del sistema inmunitario del niño comienza en el útero: el desarrollo de la flora intestinal del bebé influye en el riesgo de contraer enfermedades en el futuro.

El desarrollo de la descendencia no depende solo de los genes que le transmitan sus padres. El sistema inmunitario del embrión ya empieza a formarse en el útero, al entrar el embrión en contacto con anticuerpos contra varios agentes patógenos a través de la sangre de la madre. La flora intestinal de la madre también influye en el desarrollo de las defensas del niño: hay estudios que demuestran claramente que las bacterias del intestino de la madre moldean el sistema inmunitario del bebé. La toma materna de probióticos (bacterias beneficiosas) durante el último mes de embarazo y la continuación del tratamiento durante los primeros seis meses de vida del niño, disminuye la probabilidad de que el mismo desarrolle dermatitis atópica.

La leche materna y sus ventajas

La lactancia materna puede revertir este problema, ya es rica en bifidobacterias. Esto reduce el riesgo de que el niño desarrolle infecciones y diarrea. Si además la madre toma probióticos, la función protectora puede incluso aumentar con la lactancia. Las diferentes cepas de bacterias favorecen la digestión del bebé, contribuyen a la producción de vitaminas y garantizan que las bacterias patógenas no puedan proliferar. Sin embargo, el equilibrio bacteriano del intestino del bebé puede alterarse fácilmente: por ejemplo, si se le trata con antibióticos. Especialmente en los dos primeros años, la flora intestinal es muy susceptible a las influencias externas.

Flora intestinal y sistema inmunitario

Si la flora intestinal -y, por tanto, también el sistema inmunitario– no se desarrolla adecuadamente, el asma, las alergias y las enfermedades autoinmunes, como la diabetes de tipo 1, son más frecuentes en la descendencia. En el mundo occidental, el número de alérgicos aumenta constantemente. Los científicos han propuesto la hipótesis de la higiene como razón para ello: Una limpieza excesiva puede ir seguida de una reacción exagerada del sistema inmunitario. Entonces se dirige, por ejemplo, contra sustancias que son realmente inofensivas, como el polen o los ácaros del polvo doméstico. Numerosos estudios han demostrado que los niños que crecen en una granja tienen un sistema inmunitario más fuerte. Son menos propensos a sufrir asma y fiebre del heno. Por eso, los padres hacen bien en permitir que los niños se relacionen con los animales y que jueguen mucho al aire libre.

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