Intolerancia o alergia alimentaria

Cada vez son más las personas que padecen una o incluso varias intolerancias alimentarias. Las intolerancias suelen equipararse a las alergias. Aunque los síntomas son similares, existen diferencias en las causas y los mecanismos. ¿Cómo se reconoce una intolerancia alimentaria y qué hay detrás de ella?

La diferencia entre alergia e intolerancia

Una alergia alimentaria es una reacción exagerada del sistema inmunitario desencadenada por componentes proteicos de los alimentos que el organismo considera extraños. Estas proteínas incompatibles también se denominan alérgenos. La sobrerreacción resultante provoca la formación de anticuerpos, las llamadas inmunoglobulinas. Cuando los alérgenos y los anticuerpos se encuentran, los mastocitos liberan histamina. La histamina es una sustancia producida por el organismo en pequeñas cantidades durante el proceso digestivo y que aumenta durante las reacciones alérgicas. “Una verdadera alergia alimentaria es rara. Solo entre el 2 y el 5 % de la población mundial está afectada por una alergia a determinados grupos de alimentos. En los países de habla alemana, este porcentaje alcanza el 8 % de los niños y entre el 1 y el 4 % de los adultos”, señala Katharina Hammerl, nutricionista y asesora médica de Institut Allergosan.

Si la enfermedad celíaca no se trata, la mucosa del intestino delgado cambia de forma muy característica: las vellosidades del intestino delgado, las innumerables y pequeñas protuberancias de la superficie de la mucosa, desaparecen en gran medida. Esto también se llama atrofia de las vellosidades. Bajo una dieta estricta sin gluten, la mucosa enferma del intestino delgado se recupera.

La intolerancia alimentaria es mucho más común. A diferencia de la alergia, la intolerancia a ciertos alimentos no se basa en una reacción del sistema inmunitario, sino generalmente en un defecto enzimático. La intolerancia al gluten es una excepción: en este caso, el sistema inmunitario está muy implicado. Pero no importa si se trata de una alergia o de una intolerancia, las molestias en el tracto gastrointestinal son muy similares: a menudo se producen flatulencias, dolor abdominal, diarrea o estreñimiento. “Los hidratos de carbono, por ejemplo, no son absorbidos correctamente por el organismo y permancecen en el intestino, donde las bacterias los metabolizan, y los productos resultantes provocan molestias”, explica la Mag. Hammerl. Además de los síntomas en el tracto gastrointestinal, también pueden aparecer molestias inespecíficas como cansancio y fatiga general, dolores de cabeza, palpitaciones, dificultad para tragar y secreción nasal. Precisamente porque las molestias pueden ser muy inespecíficas, el diagnóstico no suele ser tan rápido, y puede suponer una auténtica odisea para la persona afectada.

Las intolerancias más comunes

Las intolerancias más comunes son las intolerancias a la lactosa, a la fructosa, a la histamina y al gluten o enfermedad celíaca. La intolerancia a la lactosa (azúcar de la leche) es una condición enzimática. “La enzima lactasa no se produce en cantidades suficientes, por lo que el azúcar de la leche no puede descomponerse en glucosa y galactosa en el intestino. En cambio, la lactosa es descompuesta por las bacterias intestinales. Esto da lugar a los síntomas típicos, como flatulencias y diarreas graves”, explica la nutricionista. La intolerancia a la lactosa está muy extendida: En los países nórdicos, el 80-90 % de la población puede metabolizar la lactosa, mientras que solo el 10-30 % de las personas del sur de Europa puede hacerlo y solo el 1-2 % de las personas cercanas al ecuador y en Asia.

La intolerancia a la histamina es también una intolerancia enzimática. La enzima diamina oxidasa (DAO) descompone la histamina en el intestino. Si se produce muy poca DAO, la descomposición de la histamina es insuficiente. Esto siempre ocurre cuando las enzimas DAO están sobrecargadas porque se ha ingerido demasiada histamina con los alimentos (por ejemplo, en el vino tinto, el queso, los frutos secos…). Además, si la mucosa intestinal está enferma o se producen situaciones de estrés agudo, las enzimas DAO ya no son capaces de realizar su trabajo. El resultado es dolor abdominal, dolores de cabeza, diarrea, erupciones cutáneas, picores, secreción nasal y, a veces, incluso asma y trastornos del ritmo cardíaco.

En el caso de la intolerancia a la fructosa, hay que distinguir entre la malabsorción de la fructosa, en la que esta no se absorbe completamente, y la intolerancia hereditaria a la fructosa. En ambas afecciones se producen flatulencias, calambres abdominales y náuseas tras la ingesta de fruta, mermelada, zumos de fruta o ciertas verduras.

La intolerancia a ciertos alimentos -a diferencia de la alergia- no se basa en una reacción del sistema inmunitario, sino generalmente en un defecto enzimático.

La intolerancia al gluten -que no debe confundirse con la alergia al trigo- es una intolerancia a dicha proteína, que se encuentra en muchos tipos de cereales, como el centeno, la avena, la espelta y el trigo. La forma más grave, la celiaquía, es una enfermedad autoinmune que provoca una inflamación crónica de la mucosa del intestino delgado. Esto perjudica significativamente la función del intestino delgado y perturba la absorción de nutrientes. Como resultado, los pacientes sufren carencias, trastornos digestivos y otros síntomas diversos. La atrofia vellositaria resultante -término utilizado para describir la pérdida de las vellosidades del intestino delgado (son innumerables pequeñas protuberancias de la superficie de la mucosa)- es característica de la enfermedad celíaca (véase la figura). Las personas afectadas deben asegurarse de recibir suficientes nutrientes, pero sobre todo de que su dieta esté absolutamente libre de gluten.

Intolerancias menos conocidas

Además de las intolerancias más conocidas, también hay intolerancias que se producen raramente: las llamadas pseudoalergias. El experto Hammerl explica: “Con una frecuencia del 0,1 %, estos casos son muy poco frecuentes. Es mucho más común que los pacientes asuman que sufren esta intolerancia. Sin embargo, las personas con urticaria crónica, también llamada urticaria, son más propensas a las pseudoalergias.” Entre ellas, la intolerancia al dióxido de azufre y a los sulfitos. Estos compuestos de azufre se utilizan principalmente para conservar los alimentos, ya que evitan que los frutos secos se vuelvan marrones, por ejemplo. Sin embargo, también se encuentran de forma natural en los alimentos. El vino, el chucrut, el zumo de uva y los limones, por ejemplo, contienen grandes cantidades de sulfitos.

Otros aditivos alimentarios, comúnmente denominados “números E”, también pueden desencadenar una reacción pseudoalérgica en casos raros. Estas sustancias incluyen el conservante ácido benzoico, diversos colorantes, aromatizantes y el potenciador del sabor glutamato. La intolerancia al glutamato suele ir acompañada del llamado “síndrome del restaurante chino”, que se manifiesta con dolores de cabeza, sensación de tensión en la cabeza y la cara, sudoración y mareos. Sin embargo, los grupos de alimentos y las sustancias que provocan las pseudoalergias suelen causar síntomas solo en grandes cantidades y pueden evitarse relativamente bien en la vida cotidiana o eliminarse del menú.

Diagnóstico de las intolerancias

Hacer un diagnóstico de las intolerancias no es fácil en muchos casos y puede llevar algún tiempo. En el caso de la malabsorción de fructosa y la intolerancia a la lactosa, el diagnóstico se realiza mediante una prueba de aliento de H2. Se toma una solución de fructosa o lactosa con el estómago vacío y luego se determina la concentración de hidrógeno en el aliento a intervalos regulares. En cambio, en el caso de la intolerancia hereditaria a la fructosa, una prueba genética proporciona información.

Todavía no existe un método de diagnóstico estandarizado para determinar con certeza la intolerancia a la histamina. Se requiere sobre todo la colaboración de la persona afectada. En primer lugar, se realiza el historial médico del paciente, normalmente por un alergólogo, y se determina la diaminooxidasa en la sangre. Si la concentración de DAO es demasiado baja, normalmente se puede asumir una intolerancia a la histamina. El autocontrol es un paso esencial en el procedimiento de diagnóstico: durante unas tres a seis semanas, el paciente debe cambiar a una dieta baja en histamina y observar los síntomas. A continuación, bajo supervisión médica, deben reintroducirse gradualmente todos los alimentos en la dieta. Una vez más, se debe llevar un diario para registrar qué alimentos se consumen y cuáles pueden estar causando los síntomas. Esto suele facilitar la determinación de las sustancias sospechosas. Además, se pueden realizar pruebas cutáneas para detectar diversos alérgenos, así como otros análisis de sangre. Sin embargo, estas pruebas suelen dar resultados falsos. “Por lo tanto, el desencadenamiento de los síntomas por el alimento identificado es uno de los métodos de diagnóstico más informativos, pero debe realizarse con cuidado debido a la posible reacción inmunológica”, subraya el experto. Si se sospecha de una intolerancia a la histamina, lo ideal es que el diagnóstico se acompañe de una terapia nutricional.

La enfermedad celíaca puede detectarse mediante determinados anticuerpos. Esto se hace mediante un análisis de sangre. Una biopsia del intestino delgado proporciona una certeza adicional. Las herramientas de diagnóstico han mejorado enormemente en los últimos años. Esta es una de las razones por las que cada vez más personas son diagnosticadas con intolerancia al gluten.

Qué hacer cuando se padece una intolerancia alimentaria

¿Qué hacer si los problemas digestivos y otros síntomas se repiten? Si se sospecha que existe una intolerancia, algunas medidas pueden aportar una mejora, aunque al principio no esté claro qué alimentos no se toleran. Por ejemplo, llevar un diario de alimentos puede ayudar al diagnóstico. Se documentan todas las comidas y síntomas. También es importante anotar la hora del día o el momento del día, ya que los síntomas pueden aparecer a menudo en diferentes momentos. El diario puede proporcionar información inicial sobre los alimentos que no se toleran. También debe llevarse al médico, ya que puede ayudar a realizar un diagnóstico.

Los probióticos multiespecie especiales favorecen la regeneración de la mucosa intestinal

Una vez identificados los alimentos sospechosos, el siguiente paso es eliminarlos de la dieta durante unas ocho a doce semanas. Una dieta de exclusión o eliminación da al sistema digestivo un período de gracia y los intestinos pueden recuperarse. Durante esta fase, es especialmente beneficioso apoyar al intestino con bacterias saludables. La nutricionista Hammerl explica: “Las bacterias beneficiosas pueden tomarse mediante probióticos, que devuelven el equilibrio a la flora bacteriana. Las lactobacterias y las bifidobacterias se encuentran de forma natural en el tracto digestivo y son las responsables de que nuestro sistema inmunitario funcione de forma óptima, evitando los patógenos en el intestino y construyendo una estrecha barrera intestinal contra los alérgenos.” Especialmente en el caso de las intolerancias alimentarias, es importante suministrar al organismo estas bacterias beneficiosas para apoyar así la flora intestinal cuando está dañada. “Los probióticos multiespecie especiales favorecen la regeneración de la mucosa intestinal, inhiben las reacciones inflamatorias y tienen un efecto estabilizador sobre el sistema inmunitario”, subraya Hammerl.

Especialmente si no hay mejora, se debe consultar al médico de cabecera si se sospecha de una intolerancia. Puede ser necesaria la derivación a un alergólogo o a un gastroenterólogo.

Una vez identificados los culpables, siempre hay que prestar atención a los ingredientes cuando se compran alimentos. Es bueno saberlo: los ingredientes alergénicos y los aditivos que pueden desencadenar intolerancias deben ser declarados por los fabricantes y suelen estar impresos en negrita en los ingredientes.


 

Intolerancia alimentaria: síntomas típicos

  • Dolor abdominal y calambres
  • Disfagia
  • Flatulencia
  • Palpitaciones
  • Diarrea
  • Dolor de cabeza
  • Estreñimiento
  • Reacciones cutáneas (dermatosis)
  • Síntomas similares al asma
  • Rubor (enrojecimiento de la cara y el cuello)
  • Fatiga
  • Problemas de desarrollo en los niños

 

Las reglas dietéticas más importantes para la intolerancia

Intolerancia a la lactosa Intolerancia a la histamina Celiaquía
Evite los alimentos que contengan lactosa: leche y productos lácteos, queso, chocolate, helado de leche, platos preparados, bollería (preste atención a los ingredientes). Evite los alimentos ricos en histamina: cítricos, piñas, fresas, nueces, tomates, espinacas, queso, chocolate, alcohol, algunos tés. Evite los alimentos que contienen gluten: todos los productos que contienen trigo, centeno, espelta, espelta verde, avena, cebada, así como productos horneados, mueslis y cerveza disponibles comercialmente.
Vaya a lo seguro con bebidas de soja, arroz y almendras, así como con leche de coco; preste atención a los ingredientes en las etiquetas: la lactosa como alérgeno siempre está impresa en negrita. El contenido de histamina es significativamente menor en los platos recién cocinados que en los alimentos calientes o enlatados: ¡cocinar fresco es el lema! Los alimentos naturales son preferibles a las comidas preparadas y los platos complejos. ¡Busque productos etiquetados como sin gluten!
Hay poca azúcar de leche en el queso de oveja, la mozzarella y el queso mantecoso, por ejemplo. La vitamina B6 ayuda a la diamina oxidasa a descomponer la histamina. ¡Asegúrese de tener un suministro adecuado de vitamina B6! Las alternativas a los cereales comunes son el arroz, el maíz, el mijo, la quinua, el amaranto y el trigo sarraceno.

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