Problemas gastrointestinales debidos al estrés

Las cosas se vuelven complicadas en otoño e invierno. Hay que acelerar el ritmo de trabajo, porque el año se acerca rápidamente a su fin. Y justo antes de los contemplativos días de Navidad, las compras de regalos y las celebraciones provocan un estrés adicional. El estrés, combinado con la grasa, el azúcar y el alcohol, tiene un impacto en el sistema inmunitario (intestinal), la susceptibilidad a las infecciones aumenta, y la piel también tiene que luchar contra el aire frío del exterior y seco de la calefacción. En las estaciones más frías hay que prestar especial atención a la salud intestinal.

Cuando las temperaturas exteriores bajan poco a poco, el bañador tiene que dejar paso al chaleco y el verde del paisaje se convierte en dorado, amarillo, rojo y marrón, el otoño se acerca. Algunas personas recuerdan con nostalgia los calurosos días de verano. Otros se alegran de que el sol ya no queme sin piedad. Los colores ardientes del otoño son un tema candente, pero no solo visualmente: el mundo laboral vuelve a tener en sus manos tanto a los adoradores del sol del verano como a los coleccionistas de hojas. Para los niños y jóvenes, en cambio, la época escolar ha comenzado.

No todo el estrés es igual

Cada evento profesional o escolar inunda el cuerpo de adrenalina y provoca estrés. Los acontecimientos más estresantes son el cambio de responsabilidades en el trabajo, los problemas con los superiores, el inicio de las clases y el cambio de colegio. Ni siquiera el cambio de hora a finales de octubre pasa de largo sin dejar huella. El invierno -especialmente el período prenavideño- ofrece una serie de desencadenantes de estrés adicionales. Por separado, su intensidad es insignificante, pero acumulada tiene un impacto significativo. Comprar regalos en el ajetreo de los centros comerciales, las visitas familiares frecuentes, los problemas con los parientes e incluso un cambio repentino en los hábitos alimenticios pueden ser una montaña rusa para el aparato digestivo y la psique. Enfermarse también puede provocar niveles de estrés especialmente elevados, incluso si se trata de un simple resfriado.

Las molestias gastrointestinales están estrechamente relacionadas con el estrés

Mientras el estrés laboral, escolar y de la vida privada no se convierta en una condición permanente, todo está bien. Un poco de “acción” es incluso bueno para el cuerpo y la mente. En esta forma de estrés, también llamada eustrés, uno se ve desafiado de forma positiva. Algunos ejemplos son la anticipación del nacimiento de un hijo o el nerviosismo antes de una boda. El estrés negativo, al que el organismo no puede adaptarse bien, se denomina disstress. Si este último persiste durante un período de tiempo prolongado, puede provocar agotamiento, tener consecuencias psicológicas y físicas o agravar las enfermedades existentes. Los trastornos de concentración y del sueño, los dolores de cabeza y las migrañas, hasta el agotamiento y la depresión, así como las enfermedades cardiovasculares, son solo algunos ejemplos. Las molestias gastrointestinales, como el estreñimiento, la diarrea, el síndrome del intestino irritable, la acidez o la gastritis, también están estrechamente relacionadas con el estrés. A la inversa, un microbioma intestinal desequilibrado e inflamaciones intestinales también afectan al cerebro (el llamado eje intestino-cerebro). Según estudios en animales, puede haber una relación con enfermedades mentales, neurológicas e inmunológicas. Las investigaciones realizadas hasta la fecha sugieren que es importante seguir una dieta saludable no solo por el peso, sino también para prepararse para los momentos de estrés. El exceso de alimentos azucarados y grasos y de bebidas alcohólicas, no solo dificulta el trabajo de los miles de millones de bacterias intestinales beneficiosas, sino también el del hígado.

Intestino y piel sensible

El hígado realiza importantes tareas de desintoxicación y eliminación. Si el intestino y el hígado no funcionan correctamente, las vitaminas, los minerales y los oligoelementos no se pueden absorber adecuadamente y las sustancias nocivas no se pueden excretar de forma eficaz. Los microorganismos patógenos pueden proliferar con mayor facilidad, especialmente si las bacterias intestinales “buenas” ya han sido diezmadas por una terapia con antibióticos. Nuestra piel puede reaccionar a esto con granos, acné o incluso eczema atópico. En la temporada de frío, la piel y, sobre todo, las mucosas se enfrían y se secan más fácilmente debido al frío y a la pérdida de humedad. El resultado son las microfisuras, una puerta de entrada para las bacterias patógenas, los virus y los hongos, así como para los alérgenos (atención: los ingredientes químicos de los productos para el cuidado de la piel también cuentan como alérgenos). Un desequilibrio de las bacterias intestinales puede equilibrarse con probióticos y sustancias vitales especiales que refuerzan la mucosa intestinal. Los cuidados especiales de la piel y los cosméticos también pueden reforzar la barrera de la piel sensible.

Conclusión: Cuidar el intestino, el hígado y la piel es la forma más eficaz de evitar muchas dolencias. La combinación adecuada de probióticos y sustancias vitales puede ayudar. Para combatir el estrés, intente hacer pausas más a menudo, haga una pausa mental por un momento y active la circulación haciendo ejercicio, preferiblemente al aire libre.

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