Salud intestinal
El intestino es el motor de nuestras vidas. No solo proporciona combustible a través de la digestión de los alimentos, sino que también influye en muchos procesos de la cabeza a los pies. Si el intestino no funciona bien, todo el organismo se ve afectado. El estilo de vida desempeña un papel decisivo a la hora de determinar si el intestino va bien.
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El intestino es nuestra mayor superficie de contacto con el mundo exterior. Todo lo que ingerimos, ya sea líquido o sólido, beneficioso o incluso tóxico, pasa a través de la cavidad bucal y el esófago al estómago y finalmente al intestino. El aparato digestivo tiene que procesar unas 40 toneladas de alimentos y unos 60.000 litros de líquido a lo largo de la vida de un ser humano. Principalmente en el intestino grueso, muchos billones (!) de microorganismos diferentes se encargan de que los nutrientes vitales y las sustancias vitales lleguen al orinal. Juntas, estas bacterias intestinales forman la flora intestinal, conocida en la jerga técnica como microbiota intestinal. Las sustancias malas e inservibles van a parar de forma natural al orinal, es decir, la mayoría se excretan por el ano en forma de heces. Las sustancias tóxicas restantes pasan por el intestino delgado y la vena porta hasta el hígado, el «centro de desintoxicación«, donde se descomponen.
Este es el proceso digestivo ideal, si no hubiera problemas acechando en muchos lugares a los que los intestinos y el hígado tendrían que hacer frente. Los malos hábitos alimentarios (demasiado azúcar y demasiados alimentos procesados industrialmente) y las influencias ambientales nocivas, pero también algunos medicamentos (por ejemplo, los antibióticos), pueden hacer que nuestro motor se averíe.