Diagnóstico moderno de heces

Ya en el año 300 a. C., el médico griego Hipócrates reconocía: “Toda enfermedad comienza en el intestino”. Esta primera idea se confirma con los diagnósticos fecales clásicos y ahora también con los métodos genéticos moleculares más modernos: numerosas enfermedades se originan en el intestino, o se revelan en los cambios de la flora intestinal.

Se sabe que existe una relación simbiótica entre los seres humanos y su microbiota intestinal (bacterias intestinales). Esta comunidad del intestino es la mayor del organismo, con más de 1000 especies, y controla varios procesos vitales: numerosos estudios reconocidos han podido demostrar las conexiones entre los patrones de enfermedad clínica y los cambios en la composición del microbioma, conocidos como disbiosis. Esto se extiende a nuestro metabolismo, con efectos en el desarrollo de la diabetes y la obesidad, así como en nuestro sistema inmunitario o incluso en las enfermedades inflamatorias crónicas del intestino y el desarrollo del cáncer. Las bacterias intestinales son capaces de descomponer sustancias como los ácidos biliares y de sintetizar ellas mismas vitaminas o sustancias antimicrobianas que puede impedir el crecimiento de microorganismos patógenos. Además, el microbioma ayuda a nuestra mucosa intestinal proporcionando fuente de energía para las células del epitelio intestinal o liberando diversas sustancias que favorecen el sistema inmunitario.

Bacterias intestinales

Los diagnósticos fecales en torno a los cambios en la microbiota intestinal se basan en la evaluación de bacterias bien estudiadas cuyas propiedades beneficiosas o patógenas se conocen bien desde hace tiempo, por ejemplo, E. coli, Enterococcus, Bifidobacterium y Lactobacillus, que pueden cultivarse de forma fiable y constituyen una parte importante de la flora intestinal. Sin embargo, un gran número de anaerobios, es decir, microorganismos que solo crecen en hábitats sin oxígeno, en su mayoría no pueden cultivarse; solo pueden evaluarse mediante métodos especiales como la secuenciación genética. Esto es enormemente importante, ya que estas bacterias constituyen una gran parte del microbioma.

Cada cepa bacteriana posee sus propias características, las cuales están codificadas en su genoma (la suma de sus genes). Sin embargo, quien piense que estas diminutas criaturas también tienen menos genes que los humanos, está muy equivocado: ¡hay de 150 veces más genes en la microbiota intestinal de un individuo que en su propio genoma! Los modernos análisis de heces que se llevan a cabo el laboratorio médico Biovis, se centran precisamente en dicha información genética.

Diagnóstico de heces

Hoy en día, los análisis de la flora fecal pueden llevarse a cabo de diferentes maneras: una gran parte de los diagnósticos actuales se lleva a cabo mediante el probado “método de cultivo”. Las muestras de heces se colocan en medios de cultivo especiales y al cabo de uno o dos días se analiza el crecimiento. La evaluación se lleva a cabo en función de la presencia de patógenos potencialmente patógenos, del número de levaduras nocivas facultativas, de la relación entre determinados microorganismos clave de la flora anaeróbica y aeróbica y de la consistencia de las heces (color y contenido de agua). Para complementar los métodos de cultivo, se realizan análisis de qPCR (reacción en cadena de la polimerasa cuantitativa) para cuantificar adicionalmente el ADN bacteriano y para determinar el número de bacterias específicas mediante sondas especiales.

Además de los métodos clásicos de diagnóstico, a través de los cuales se puede identificar alrededor del 30 – 40 % de las bacterias intestinales, también se utilizan procedimientos de genética molecular: sin embargo, estos métodos no tienen como objetivo examinar los genes del paciente, sino los genes de sus habitantes intestinales (concretamente: los genes que codifican para la subunidad 16S del ARN ribosomal).

El análisis de las heces permite obtener una gran cantidad de información valiosa: sobre el rendimiento digestivo, sobre el estado de la mucosa intestinal o del sistema inmunitario intestinal. A partir de la totalidad de los datos obtenidos, se pueden reconocer o excluir las causas de las dolencias y realizar sugerencias terapéuticas específicas. El desarrollo de los probióticos de interés médico representan una mejora terapéutica importante: si el análisis de las heces revela que hay un desequilibrio de las diferentes cepas bacterianas intestinales, este puede ser compensado mediante la administración de combinaciones bacterianas especialmente seleccionadas.

„Toda enfermedad comienza en el intestino“

Se puede pensar que las enfermedades que se originan en el intestino solo tienen efecto en el abdomen. Sin embargo, esto es solo parcialmente cierto.

Bacterias intestinales como Faecalibacterium prausnitzii pueden formar, entre otros, ácidos grasos de cadena corta como el butirato, a través de la fermentación de carbohidratos en el intestino grueso. El butirato es la fuente de energía más importante para las células del colon (los llamados colonocitos), también tiene un efecto antiinflamatorio y protege contra el envejecimiento celular, por lo que tiene un efecto preventivo.

Los clostridios anaerobios obligados también se tienen en cuenta en el análisis de la microbiota intestinal: este género incluye tanto patógenos como microorganismos beneficiosos que influyen positivamente en nuestro sistema inmunitario y provocan el aumento de la IL- 10, un antiinflamatorio endógeno. Sin embargo, los llamados clostridios del grupo I contienen especies formadoras de toxinas, que se encuentran con frecuencia en los trastornos autistas, pero también en personas con trastornos neurodegenerativos como la demencia o la enfermedad de Alzheimer. Las bacterias reductoras de sulfato están implicadas en el desarrollo de enfermedades intestinales mediante la formación de sulfuro de hidrógeno (H2S). Como producto metabólico tóxico, el sulfuro de hidrógeno daña las células epiteliales intestinales y favorece así la aparición de células atípicas, no “normales”.

Intestino sano – persona sana

En el colon sano, una capa de moco protege las células epiteliales. Si esta capa de mucina está dañada o es insuficiente, los patógenos, las sustancias nocivas o los alérgenos pueden entrar en contacto directo con la mucosa intestinal y provocar una inflamación. El mantenimiento de una barrera mucosa intacta protege contra la proliferación de gérmenes patógenos y, por tanto, contra la inflamación. Esta capa de moco se renueva constantemente, y la bacteria Akkermansia muciniphila desempeña un papel muy importante en el mantenimiento de la misma, ya que primero descompone el moco y luego estimula las células caliciformes para que produzcan un moco especialmente viscoso e impenetrable. Esto constituye la base para la producción de butirato, uno de los ácidos grasos de cadena corta y la fuente de energía más importante para el intestino.

La comprensión de estas conexiones aumenta con cada análisis realizado en institutos de renombre. Biovis Diagnostik, en particular, realiza análisis clínicos de última generación con el propósito de ayudar a los pacientes. En esto, la innovación juega un papel fundamental. La estrecha cooperación con reconocidos grupos de investigación nacionales e internacionales le permite avanzar en el diagnóstico fecal y esclarecer la aparición de intolerancias alimentarias, de estrés oxidativo o de inmunodeficiencias. A su vez, el diagnóstico, en combinación con probióticos innovadores y específicos para cada indicación, ofrece nuevas opciones de terapia para médicos y pacientes. Los métodos de tratamiento individuales se desarrollan en cooperación con socios  destacados como Institut Allergosan, a fin de regenerar la salud desde el centro del cuerpo.

Índice

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