Uno de cada seis niños se siente abrumado en su vida diaria: la escuela es el factor de estrés número 1 para los pequeños. Las discusiones con amigos o compañeros de clase ejercen presión sobre la psique del niño, al igual que las discusiones familiares o la separación de los padres. Incluso el tiempo de ocio puede provocar estrés: una agenda apretada y poco tiempo para el juego libre también los afecta. Los padres también deberían cuestionar su propio manejo del estrés: al fin y al cabo, como modelos de conducta, tienen una gran influencia en que su hijo aprenda a manejar las situaciones estresantes de forma adecuada. Si sus hijos están constantemente estresados, los padres lo notarán a través de varios signos: problemas para conciliar el sueño y mantenerlo, inquietud, agresividad o llantos frecuentes. Algunos niños no quieren comer en absoluto mientras que otros se consuelan con una ingesta excesiva de alimentos. Además, el intestino suele reaccionar a la tensión constante con flatulencias, diarrea o estreñimiento.
Problemas digestivos debido al espesamiento de las heces
Esto sucede con mucha frecuencia una vez que los niños pueden controlar conscientemente sus movimientos intestinales. Si los pequeños se niegan a ir al baño porque les da asco el aseo del colegio o no tienen tiempo para ello cuando juegan, las heces se espesan. Cuanto más tiempo se retenga, más dolorosa y prolongada será la expulsión de esta masa fecal seca. Así, el miedo a una “sesión” tan desagradable puede conducir a un círculo vicioso estresante. Por lo tanto, los padres deben actuar a tiempo: los preparados naturales a base de papaya, así como los prebióticos de farmacia, ayudan a combatir el estreñimiento. Si tienen dolor de vientre, los baños calientes pueden brindar alivio. Además, los padres pueden darles masajes abdominales con movimientos circulares para ayudar a resolver el problema. Para estimular la actividad intestinal de los más pequeños, los padres pueden acostarlos boca arriba y mover sus piernas imitando el movimiento de ir en bicicleta. Los niños mayores deberían salir a jugar y retozar, ya que esto no sólo reduce el estrés sino que también hace que los intestinos se movilicen. También es muy importante organizar el horario diario para que haya tiempo suficiente para ir al baño, especialmente después del desayuno.
Hipnosis abdominal
Si el estrés es constante puede producir serios trastornos intestinales: la diarrea y el estreñimiento se alternan entonces porque la flora intestinal está desequilibrada. El cerebro aprende a percibir con mayor intensidad la inquietud y el malestar en el tracto digestivo y el organismo reacciona de forma exagerada a los cambios que ocurren en los procesos digestivos normales, lo que genera un estado de tensión general. Dado que ciertos problemas psicológicos podrían ser un factor para el desarrollo de problemas intestinales tales como el síndrome del intestino irritable, el poder de la psique también puede utilizarse para aliviar los síntomas: los estudios demuestran que la “hipnosis abdominal” ayuda a ayuda a quienes padecen esta enfermedad. Los pacientes jóvenes imaginan cómo la agitación abdominal -como las olas de un mar tempestuoso- se va calmando poco a poco. La lectura relajada en voz alta o un viaje de fantasía también pueden distraer a los niños de sus problemas y ayudarlos a combatir el estrés cotidiano.
