Síndrome del intestino irritable (SII)

Una comida con amigos, un concierto o un viaje: lo que muchas personas pueden disfrutar sin preocupaciones, se les niega a los enfermos de SII. Cuando el intestino se rebela, ya no se puede hablar de calidad de vida. Sin embargo, los probióticos especiales pueden abordar la causa de estas molestias.

Salir de casa, ir de compras, reuniones con amigos, ir al teatro, todo era difícil para mí”, dice Verena, de 28 años, “siempre pensaba: “ojalá que no vuelva el dolor abdominal”. El miedo de tener que visitar un baño en cualquier momento era terrible”. Al igual que Verena, aproximadamente una de cada cinco personas de los países desarrollados padece SII. Las mujeres se ven afectadas con el doble de frecuencia que los hombres. En la mayoría de los casos, los síntomas aparecen por primera vez a una edad bastante temprana, entre los 20 y los 30 años, y duran meses y años. Dolores abdominales sordos y de tipo cólico, hinchazón, estreñimiento y diarrea alternados, pero también acidez, eructos, ruidos intestinales y sensación de vaciado intestinal incompleto atormentaban a Verena día tras día. “El médico al que acudí, sin embargo, en ausencia de una causas orgánicas detectables, habló de ‘SII’”, recuerda la joven. “A veces tenía unos ruidos intestinales tan fuertes que me daba vergüenza estar con gente; también tenía mucha acidez, sobre todo cuando había comido mucho”, dice Verena. Esta disfunción del sistema digestivo no es peligrosa, pero la angustia y la pérdida de calidad de vida que acarrea, llevan a muchos enfermos a la desesperación; muy a menudo las personas con SII sufren también de depresión.

Diagnóstico del SII

Un diagnóstico exhaustivo es esencial, sobre todo si se sospecha de un SII: es fundamental excluir otras enfermedades intestinales como una enfermedad inflamatoria crónica del intestino, infecciones, úlceras, celiaquía o intolerancias alimentarias. Para el diagnóstico se utiliza la endoscopia, pero también otros procedimientos como la ecografía o, por ejemplo, una prueba de aliento para determinar la intolerancia a la lactosa. El Dr. Christoph Högenauer, del Departamento Clínico de Gastroenterología y Hepatología y jefe del Laboratorio Theodor Escherich para la Investigación del Microbioma de la Universidad Médica de Graz: “Los síntomas de alarma que hablan de un SII y de otra enfermedad intestinal son la pérdida de peso, la presencia de sangre en las heces o las ganas de defecar por la noche.”

¿Cuál puede ser la causa del SII?

Hasta hace unos años, el SII se consideraba una enfermedad “imaginaria”, al carecer de signos orgánicos detectables. Sin embargo, ahora se sabe que el SII es un trastorno funcional del intestino. Las causas de esta disfunción son múltiples: un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino puede conducir a la formación de gases. Esto ocurre cuando las bacterias productoras de gas se imponen a otras bacterias importantes para la digestión. Además, la función de barrera de la mucosa intestinal puede verse alterada por la colonización defectuosa, volviéndose más permeable y desarrollándose así un “intestino permeable“. La función protectora real de la mucosa intestinal se reduce, los componentes y productos metabólicos de las bacterias intestinales pueden activar el sistema inmunitario y causar inflamación. Si las bacterias también producen un exceso de gas a partir de los componentes de los alimentos, esto puede ir acompañado de una sensación de presión y plenitud, así como de flatulencias. Debido a los estímulos de estiramiento y a una hipersensibilidad del sistema nervioso en el intestino (hipersensibilidad visceral), también es frecuente el dolor abdominal.

El intestino está dotado de unos 100 millones de células nerviosas que, en su totalidad, sirven como una especie de “centro de mando”, siendo el nervio vago el encargado de transmitir la información entre el intestino y el cerebro.

Eje intestino-cerebro

El estrés y los trastornos psicosomáticos promueven cambios en el microbioma (a su vez, las alteraciones de la microbiota intestinal podrían producir cambios psicológicos), y por lo tanto, se sospecha que tales factores podrían desencadenar el síndrome del SII. La investigación sobre la microbiota intestinal parte de la base de que el intestino y su colonización tienen una influencia considerable en la salud humana. Al fin y al cabo, dicho órgano posee una superficie 100 veces mayor que la de nuestra piel y contiene aproximadamente el 80 % de todas las células inmunitarias de nuestro cuerpo. Además, está dotado de unos 100 millones de células nerviosas y funciona como una especie de “centro de mando” en el que el nervio vago transmite mensajes entre el intestino y el cerebro. La comunicación a través de este “eje intestino-cerebro” había sido muy subestimada hasta hace poco tiempo, debido a los escasos conocimientos acerca de dicha interacción. Recién en 2002 fue posible comenzar a estudiar el microcosmos bacteriano más en profundidad, gracias a los métodos modernos de secuenciación. Desde ese entonces, la ciencia ha realizado algunos descubrimientos asombrosos: como, por ejemplo, que el eje intestino-cerebro controla la forma en que procesamos el estrés.

Bacterias intestinales en desequilibrio

La secuenciación del genoma humano se completó con éxito hace unos 20 años, y los investigadores trabajan a toda velocidad en la secuenciación de las bacterias humanas. Además, ya se han realizado nuevos e importantes descubrimientos en el campo de las enfermedades intestinales. Según el Dr. Christoph Högenauer: “En el curso de una inflamación intestinal, los microorganismos perjudiciales se imponen, generándose un desequilibrio de la microbiota intestinal, como sucede en la diarrea. Con la ayuda de la secuenciación, se ha demostrado que los pacientes con SII tienen un mayor número de determinadas bacterias  pertenecientes al género Clostridium en su intestino que las personas sanas. Al mismo tiempo, estos pacientes muestran un menor número de bacterias del género Bacteroides que sus contrapartes sanas. La diversidad bacteriana intestinal se reduce significativamente en los individuos afectados”. Lo mismo ocurre con los pacientes que desarrollan lo que se conoce como “SII postinfeccioso”. Hoy en día, se sabe que los SII suelen aparecer tras una infección intestinal. Por ejemplo, en el 20 % de las personas que sufren una infección intestinal, los gérmenes patógenos se eliminan con la medicación, pero la diarrea u otros síntomas permanecen. Es así como, una enfermedad originalmente inofensiva, puede convertirse en un “SII postinfeccioso”. Las terapias con antibióticos también pueden provocar una irritación duradera del intestino. Con esta terapia farmacológica, no sólo se eliminan las bacterias “malas” que causan enfermedades, sino también las “buenas” que son importantes para nuestro organismo. Los cambios típicos en el intestino de los afectados demuestran una vez más que la microbiota intestinal es un ecosistema muy sensible.

La ingesta regular de probióticos ayuda a fortalecer la mucosa intestinal y su función de barrera y a prevenir o detener los procesos inflamatorios.

 

La ingesta regular de probióticos ayuda a fortalecer la mucosa intestinal y su función de barrera y a prevenir o detener los procesos inflamatorios.

¿Cómo se puede tratar el SII?

La terapia del síndrome del intestino irritable ofrece diferentes enfoques: dependiendo de los síntomas, se suelen administrar laxantes para el estreñimiento o fármacos antiespasmódicos para la diarrea, además de una dieta con fibra soluble; también se utilizan antidepresivos si el afectado tiene un alto nivel de sufrimiento. Sin embargo, estas terapias solo tratan los síntomas, pero no la causa de las dolencias.

Verena, que también ha tenido experiencias con estos medicamentos, nos cuenta: “Las molestias volvían a aparecer después del tratamiento, así que buscaba una nueva forma de controlarlas”. Por casualidad, leyó sobre los pro o simbióticos especiales, una composición de diferentes cepas de bacterias, que pueden devolver la paz al intestino. Luego de consultar a su médico, decidió seguir un tratamiento “desestresante” con un “probiótico multiespecie“, es decir, una combinación de diferentes bacterias intestinales beneficiosas de origen humano.

Para el investigador Christoph Högenauer, este enfoque coincide exactamente con las conclusiones de estudios anteriores: “Un metaanálisis recientemente publicado de 35 estudios relevantes muestra que no todos los probióticos son igualmente efectivos; pero según los síntomas y el cuadro clínico de los pacientes, tienen un efecto extremadamente positivo, en general. Los probióticos multiespecie parecen funcionar mejor que los probióticos monoespecie, en la mayoría de los estudios, para aliviar los síntomas molestos.” Por ejemplo, el resumen de todos los estudios muestra una mejora de los síntomas típicos en el 21 por ciento de los enfermos, el 25 por ciento tenía menos dolor abdominal, hinchazón; y la frecuencia de las temidas ganas imperiosas de ir de cuerpo, también se redujo significativamente.

Un nuevo estudio de la Universidad Médica de Graz se ha centrado en el efecto de los probióticos sobre el SII. La atención se centró en el sistema inmunitario de la mucosa intestinal y en cómo las cepas bacterianas antiinflamatorias ayudan al intestino a regular los trastornos relacionados con el estrés. El resultado: la ingesta regular de un simbiótico condujo a un fortalecimiento de la mucosa intestinal y su función de barrera. También previno o detuvo los procesos inflamatorios en el intestino. Además, tanto la serotonina, la “hormona de la felicidad” somo la melatonina, la “hormona del sueño”, se vuelven a producir en cantidades adecuadas, y el intestino puede recobrar la paz. La Asociación Alemana de Gastroenterología, Enfermedades Digestivas y Metabólicas (DGVS) ha incluido la utilización de probióticos como tratamiento para el SII. Eso sí, la elección de las cepas bacterianas debe ajustarse en función de los síntomas del SII (como por ejemplo, dolor, estreñimiento, diarrea y gases).

La vida ha cambiado para Verena. Tanto el dolor abdominal tipo cólico como la necesidad imperiosa de ir de cuerpo han disminuido notablemente. Puede volver a salir, ir de excursión, su intestino ya no está irritado. También le afecta menos el estrés laboral ahora que toma diariamente este simbiótico especial. “Me relajo mucho más, y me resulta más fácil comer de manera saludable. Todo esto hace muy bien a mi intestino”.

Cómo reconocer el SII

Con el fin de orientar a los médicos, se han desarrollado los llamados criterios ROM III. El diagnóstico del SII se realiza si se cumplen los siguientes criterios:

En el último año, el paciente debe haber experimentado al menos 12 semanas (no necesariamente consecutivas) de dolor o malestar abdominal en combinación con 2 de las 3 características:

  • Alivio de las molestias tras la defecación
  • Aparición de dolor asociado a la alteración de la frecuencia de las deposiciones
  • Aparición de dolor asociado a la alteración de la consistencia de las heces

Los siguientes criterios secundarios apoyan el diagnóstico:

  • Frecuencia anormal de las deposiciones (por ejemplo, más de 3 deposiciones al día o menos de 3 deposiciones a la semana)
  • Consistencia anormal de las heces
  • Evacuación anormal de las heces (por ejemplo, necesidad de presionar fuertemente, necesidad imperiosa (incontrolable) de defecar, sensación de evacuación incompleta.
  • Heces mucosas
  • Gases y sensación de hinchazón

El diagnóstico presupone que ninguna alteración estructural o bioquímica del intestino puede explicar los síntomas, por lo que la exclusión de otras enfermedades del tracto gastrointestinal es absolutamente necesaria.


 

¿Qué ayuda a tratar el SII?

La naturaleza

Muchas plantas, hierbas y especias son sumamente apreciadas no solo por su buen sabor, sino también por sus propiedades curativas. Para los gases o los calambres, la alcaravea y la menta han demostrado ser muy eficaces. Contienen sustancias que tienen efectos calmantes y relajantes. El aceite de menta también tiene un efecto antiinflamatorio. La manzanilla, la melisa o la lavanda son beneficiosas para el estómago y el intestino y pueden tomarse en forma de té o de preparados. La papaya está considerada como una fruta milagrosa. Es rica en importantes enzimas, ácidos grasos esenciales, oligoelementos, sustancias vegetales secundarias y vitaminas A, B, C, por lo que es un multitalento curativo. Tiene un efecto calmante y regulador de la digestión en caso de gases, dolor abdominal o estreñimiento.

Buscar el bienestar interior

¡Relájese! El estrés hace que el intestino y sus bacterias se alteren (especialmente las personas con SII deben prestar atención a su equilibrio interior para mantener el intestino en equilibrio). El yoga, las técnicas de relajación, los paseos por la naturaleza o el entrenamiento autógeno ayudan a armonizar cuerpo y mente.

Comer con prudencia

Evite los alimentos difíciles de digerir, como los fritos, los grasos y los dulces, y lleve un registro de lo que es bueno para usted y lo que le causa malestar. No todos los pacientes cursan la enfermedad del mismo modo, por lo que es importante crear un plan dietético personalizado. Asegúrese de dedicar tiempo a sus comidas y de comer con gusto. Es mejor para el intestino comer muchas porciones pequeñas en lugar de pocas porciones grandes. Los líquidos también son importantes para el cuerpo, idealmente agua sin gas o té. La buena combinación de alimentos de alta calidad garantiza que el intestino se mantenga estable y fuerte y que los microorganismos malos no puedan desequilibrarlo.

Probióticos, ¿por qué?

Los tratamientos farmacológicos habituales tienen como objetivo aliviar los síntomas del SII. El tratamiento con probióticos o simbióticos aborda las causas de la disfunción, es decir, el intestino y su “flora”. Los probióticos son productos elaborados a partir de bacterias naturales “buenas” que nuestro intestino necesita para realizar sus diversas tareas. Estos microorganismos ofrecen una forma suave de “devolver el equilibrio” al intestino, sin ningún efecto secundario. Hoy sabemos que las bacterias intestinales como las bifidobacterias, los lactobacilos y los lactococos son eficaces en combinaciones especiales para muchas enfermedades intestinales. Dado que cada combinación de bacterias actúa de forma diferente, se recomienda el uso de productos probióticos de indicación específica.

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