Probióticos
Las bacterias probióticas son microorganismos vivos que aportan beneficios a la salud del ser humano cuando ingresan al intestino en cantidades suficientes.
Los probióticos son solo aquellos que cumplen los siguientes requisitos:
- Prueba del efecto beneficioso para la salud
- Producción de ácido láctico y otras sustancias con efecto bacteriostático o bactericida
- Supervivencia del pasaje gástrico y capacidad de proliferación en el intestino
- Prueba de estabilidad genética para poder descartar mutaciones patógenas
Ya se sabe que una flora intestinal que está desequilibrada juega un papel en el desarrollo de enfermedades. Además de dieta, suficiente ejercicio físico y evitar el estrés, se recomienda el uso de probióticos médicamente relevantes para restablecer el equilibrio en el intestino. Al suministrar bacterias intestinales probióticas viables, se refuerzan las propias bacterias intestinales "buenas".
Lactobacilos y bifidobacterias
Los lactobacilos y las bifidobacterias son bacterias que se encuentran naturalmente en el intestino, y son transmitidas por la madre al nacer. Esto ocurre durante un parto natural a partir de la mucosa vaginal o a través de la leche materna. En el intestino, los monosacáridos y polisacáridos de la leche materna o de los alimentos para bebés son convertidos en ácido láctico por bacterias probióticas, acidificando así el intestino y obstaculizando el asentamiento de bacterias dañinas. Los lactobacilos también consumen el oxígeno que ingresa a través de la pared intestinal. Esto es importante ya que la mayoría de las bacterias intestinales necesitan un entorno libre de oxígeno en para poder cumplir con su función. Las bifidobacterias producen importantes ácidos grasos de cadena corta, que sirven como nutrientes naturales para otras bacterias probióticas y como proveedores de energía para las células intestinales, fortaleciendo así la barrera intestinal. Además, la liberación de ácidos grasos de cadena corta reduce el pH en el ecosistema intestinal y, por lo tanto, suprime el crecimiento excesivo de gérmenes patógenos.
Los lactobacilos 
Lactobacillus es un género de bacterias del filo Firmicutes; el término se deriva del latín lactis (= leche). Más de 50 especies conocidas producen ácido láctico en el intestino y, por lo tanto, crean un ambiente ácido que sirve como protección contra muchos gérmenes dañinos y causantes de enfermedades; es por eso que los lactobacilos también se denominan bacterias del ácido láctico. La mayoría de las bacterias del ácido láctico también producen otras sustancias, como el peróxido de hidrógeno, que también se utilizan para combatir los agentes patógenos.
Las Bifidobacterias
Bifidobacterium es un género de bacterias del filo Actinobacteria. Su nombre se deriva del latín bifidus (= dividido, en forma de tenedor). Estas bacterias nos protegen de intrusos no deseados al producir ácido láctico y producen vitaminas y enzimas vitales. Las bifidobacterias son particularmente importantes para el desarrollo temprano del sistema inmunitario: en bebés alimentados con leche materna, la flora intestinal natural está compuesta en un 90 % por bifidobacterias.
Efecto de los probióticos
Hay una multitud de bacterias probióticas específicas que producen efectos positivos demostrables en el intestino: algunas bacterias se utilizan para tratar la diarrea (por ejemplo, durante la administración de antibióticos), mientras que otras ayudan a reducir la inflamación o a producir vitaminas. En estudios científicos, los probióticos especialmente desarrollados y con relevancia médica condujeron a la mejora de los síntomas del síndrome del intestino irritable, de la colitis ulcerosa o de enfermedades neurológicas y neurodegenerativas como la depresión o la enfermedad de Alzheimer.
Una salud intestinal óptima, es decir, una colonización intestinal con las bacterias "adecuadas", constituye la base para una vida saludable.
Prebióticos
A diferencia de los probióticos, los prebióticos no son organismos vivos. Se trata de fibras, la inulina o los oligosacáridos de fructosa, que no pueden descomponerse y digerirse en el intestino delgado y, por tanto, llegan intactas al intestino grueso. Allí sirven de sustrato para las bacterias intestinales beneficiosas. Los prebióticos promueven el crecimiento de bifidobacterias y reducen la proliferación de especies bacterianas potencialmente dañinas. La fermentación bacteriana de los prebióticos produce ácidos grasos de cadena corta, que se absorben y metabolizan en el hígado y quedan así a disposición del organismo como fuente de energía.
El efecto de los prebióticos se basa en la estimulación del crecimiento de bifidobacterias y lactobacilos y, en consecuencia, en la producción de ácidos grasos de cadena corta, lo que reduce el pH en el intestino y, por tanto, aumenta la solubilidad de ciertos minerales y la absorción de calcio, magnesio, sodio y fósforo. Los prebióticos bloquean la unión de bacterias dañinas porque se parecen a los sitios de unión de las células intestinales. Los gérmenes “malos” se unen irreversiblemente a los prebióticos y luego pueden ser excretados del cuerpo. Esto conduce a una reducción de la proliferación de patógenos causantes de diarrea como Clostridium difficile y de la penetración de gérmenes patógenos en la mucosa intestinal. Los ácidos grasos de cadena corta formados también representan una fuente de energía para la mucosa intestinal del intestino grueso e inhiben las reacciones inflamatorias.
Simbióticos
Debido a las diversas interacciones positivas de los prebióticos y probióticos con la flora intestinal y el sistema inmunitario intestinal, se recomienda la combinación de estos ingredientes activos. Los simbióticos son una combinación de probióticos y prebióticos. Suelen consistir en una o varias cepas bacterianas en combinación con los sustratos específicos para ellas, los prebióticos. Los prebióticos sirven como protección de las bacterias probióticas contra los ácidos gástricos y biliares durante su paso por el tracto digestivo y permiten un asentamiento óptimo de las mismas en el intestino.