6 factores que influyen en nuestra salud intestinal

Nuestro intestino es el motor de nuestro cuerpo y nuestra mayor superficie de contacto con el mundo exterior. Todo lo que consumimos entra en el estómago a través de la boca y termina en los intestinos. Es un sistema sensible y complejo que, al igual que nuestro jardín, necesita cuidados. No en vano se considera el centro de nuestra salud.

Nuestro intestino cumple importantes tareas y procesos que son esenciales para todo el organismo. Si nuestra flora intestinal, es decir, la colonización de bacterias en el intestino, se ve alterada, ya no es capaz de absorber nutrientes y minerales importantes, lo que a su vez perjudica nuestro bienestar.

Hay ciertas condiciones ambientales que afectan negativamente a nuestro organismo y a nuestros intestinos, pero sobre las que no podemos influir directamente. Entre ellas están, por ejemplo, el ruido, los gases de escape y la calidad del agua. Sin embargo, los siguientes factores pueden ser controlados por cada individuo y tienen una clara repercusión en nuestra salud intestinal:

1- Una dieta adecuada para el intestino

Salud Intestinal - Intestino con manzana y brocoli

La alimentación es esencial para la vida. Sin comida ni agua, una persona sólo puede sobrevivir hasta cuatro días. Sin embargo, nuestra forma de alimentarnos ha ido cambiando en las últimas décadas. La vida diaria es cada vez más estresante y tenemos menos tiempo para comer conscientemente y consumir los alimentos adecuados.

La comida no sólo es importante para saciar el hambre, sino también necesaria para que nuestro organismo pueda realizar sus funciones vitales.

Por tanto, asegúrese de seguir una dieta variada y equilibrada que incluya los alimentos adecuados. Deben incluirse verduras frescas, fruta, productos integrales, ocasionalmente pescado, carne y productos lácteos, así como una cantidad suficiente de líquidos en forma de agua (al menos 2 litros al día). Procure evitar el exceso de azúcar, grasas y alimentos en conserva.

2- Estrés - ¿Qué efectos tiene en nuestra salud intestinal?

El ritmo acelerado de la vida cotidiana se ha instalado en la sociedad. El estrés tiene la misión de preparar nuestro organismo para situaciones que exigen una mayor atención y un rendimiento especial. Se produce una especie de «estado de alerta» en todo el organismo. Si el estrés se produce con frecuencia o de forma permanente, no sólo se percibe como algo poco placentero, sino que también puede tener un efecto negativo en el organismo.

Nuestra salud intestinal es esencial para nuestra resistencia al estrés: cuanto más «sana» sea la flora intestinal, mayor será la protección contra el estrés. Las bacterias intestinales tienen un efecto directo en la conexión entre el cerebro y el intestino (el llamado eje intestino-cerebro) e influyen en la respuesta del organismo al estrés. Algunas cepas bacterianas especialmente seleccionadas pueden reducir la inflamación y así ayudar a equipar al intestino contra el estrés.

Los probióticos contienen lactobacilos y bifidobacterias, que son los habitantes permanentes de un intestino sano y equilibrado. En un organismo sometido a estrés constante, el equilibrio entre bacterias beneficiosas y «malas» se altera. Los nuevos «equipos» de bacterias intestinales ayudan a compensar la falta de habitantes intestinales buenos relacionada con el estrés. Asimismo, mejoran la función de barrera de la mucosa intestinal, refuerzan las células inmunitarias, de las que el 80% se encuentran en el tejido intestinal, y reducen la liberación de histamina.

3 - Los intestinos influyen en la psique

Salud Intestinal - Intestino haciendo yoga

Desde hace algunos años, la investigación sobre el eje intestino-cerebro ha pasado a primer plano. El eje intestino-cerebro se refiere a la estrecha conexión y al intenso intercambio de información entre el intestino y el cerebro, en ambas direcciones. 

Un componente central de este eje es nuestra flora intestinal, o más concretamente, diversos productos metabólicos que producen nuestras bacterias intestinales beneficiosas. Entre otras cosas, producen aminoácidos importantes (como el triptófano, necesario para la producción de serotonina) y ácidos grasos de cadena corta (por ejemplo, butirato), que influyen en nuestras emociones, capacidad de concentración y resistencia al estrés.

4- El ejercicio ayuda a nuestra digestión

Hoy en día, muchos trabajos se realizan sentados frente al ordenador. La falta de movimiento y permanecer sentado durante largos periodos de tiempo pueden ser la causa del estreñimiento y la hinchazón.

Si los alimentos permanecen demasiado tiempo en el intestino, las sustancias nocivas también permanecen allí durante más tiempo y pueden producirse degradaciónes que no pueden eliminarse o sólo pueden eliminarse de forma deficiente. Esto puede provocar una acumulación de líquidos linfáticos y tisulares.

La falta de ejercicio puede tener un efecto negativo en la diabetes de tipo 1 y, en combinación con una dieta baja en fibra, favorece la aparición de divertículos (protuberancias en el intestino).

Los especialistas consideran que la falta de ejercicio es una de las causas del desarrollo de tumores intestinales. Las caminatas relajadas mejoran el flujo sanguíneo a los intestinos, aumentan la actividad intestinal y disminuyen el tiempo que tardan los alimentos en pasar por los intestinos. Ésta es también una de las razones por las que las personas más activas rara vez tienen que luchar contra el estreñimiento, las flatulencias o la hinchazón.

5- Los medicamentos (antibióticos) desequilibran la flora intestinal

Una composición equilibrada de la colonización bacteriana en el intestino nos hace sentir literalmente bien: es fundamental para diversos procesos de todo el organismo y es responsable de nuestra salud. Los medicamentos influyen notablemente en el microbioma y, a la vez, las bacterias intestinales determinan la eficacia de los fármacos

Medicamentos – como los antihistamínicos, los hipoglucemiantes, los hipotensores, los hipocolesterolemiantes, la cortisona, los antidepresivos o los preparados hormonales por ejemplo la píldora anticonceptiva – afectan a las bacterias intestinales. Un estudio demuestra que al menos el 25% de todos los medicamentos tienen una influencia significativa en el microbioma intestinal. Esto puede afectar, además de al crecimiento y funcionamiento de las bacterias, a la barrera intestinal, a la motilidad intestinal, es decir, a los movimientos musculares del intestino, y al sistema inmunitario intestinal.

Los antibióticos no pueden distinguir entre bacterias «buenas» y «malas» y, por lo tanto, provocan un «corte total» en el intestino: la flora intestinal beneficiosa sufre daños masivos y se produce una inflamación de la mucosa intestinal. Debido a la destrucción de la flora intestinal benéfica, nuestras «defensas» naturales faltan en el intestino – los gérmenes agresivos y patógenos , que son resistentes a los antibióticos, pueden multiplicarse casi sin obstáculos.

6- Cepas bacterianas probióticas para una flora intestinal sana

Salud Intestinal - Intestino y bacterias

Mantener una flora intestinal sana no sólo es esencial para una buena digestión. El intestino es un punto central de la salud dado los procesos inflamatorios crónicos, su rol en el sistema inmunitario humano y debido a su interconexión con todo el organismo.

Hay dos formas de mantener la importante biodiversidad de bacterias intestinales y crear unas condiciones óptimas.

La primera se basa en proporcionar alimento a las bacterias intestinales «buenas» en forma de prebióticos. Se trata de fibras solubles como la pectina, la inulina y la oligofructosa. Están presentes en numerosos alimentos, como las legumbres, algunas verduras y los frutos secos. Sin embargo, también pueden suministrarse en dosis suficientemente elevadas mediante productos prebióticos de farmacia.

La segunda opción es tomar probióticos para desplazar a las bacterias nocivas y compensar un desequilibrio del microbioma. También en este caso deben utilizarse productos de farmacia cuidadosamente seleccionados, que cumplan estrictos criterios de calidad y cuyos beneficios para el bienestar humano hayan sido demostrados en estudios científicos.

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