Piel y flora intestinal

„Nuestra piel es el espejo de nuestra alma“ es un dicho muy conocido, que se utiliza a menudo, no sin razón. Si no estamos bien emocionalmente, a menudo esto refleja en el aspecto de nuestra piel. Tiene un aspecto cetrino, pálido y le salen granos o rojeces. Cuando tenemos un examen difícil o una presentación importante que nos causa verdadero estrés, no es raro que poco antes nos aparezca un gran grano en medio de la cara. ¿Por qué ocurre esto realmente?

Con una superficie de algo menos de dos metros cuadrados, la piel alberga un gran ecosistema de microorganismos. En ella, al igual que en nuestro intestino, también viven bacterias, virus y hongos. Lo interesante es que hay más microorganismos en la piel que personas en la tierra. La mayoría de ellos viven en las capas superiores de la epidermis y en los folículos pilosos. A menudo, basta con mirar a la cara para ver si alguien se ha cuidado últimamente. Una alimentación poco saludable, pocas horas de sueño o mucho tabaco: todo se nota en la piel. Luce desmejorada, propensa a los granos o está muy seca. Sin embargo, no solo nuestro estilo de vida deja su huella en la piel: también el intestino puede influir en la salud de la piel. Por ejemplo, en pacientes con enfermedades de la piel se ha observado una alteración de la flora intestinal y de la barrera intestinal.

Si el intestino no funciona correctamente, no puede absorber de manera óptima las vitaminas para la piel, los minerales y los oligoelementos importantes como el zinc. Si entran sustancias nocivas en el organismo, pueden desencadenarse reacciones alérgicas y la piel reacciona con granos, acné y eczemas. Además del aumento de reacciones cutáneas, las bacterias y los hongos intestinales patógenos también pueden proliferar en nuestro organismo y producir toxinas. Estos no solo alteran la digestión, sino que también tienen un impacto negativo en la piel.

¿Cuáles son las causas de muchas enfermedades de la piel?

Existen numerosas enfermedades de la piel y sus causas pueden ser diversas. Las influencias externas, como el sol, el uso de productos de cuidado de la piel inadecuados o el maquillaje, pueden perjudicar nuestra piel. Sin embargo, también hay factores internos que influyen en la piel, como por ejemplo las inflamaciones sistémicas, una flora intestinal alterada o bajas defensas. El estrés puede afectar negativamente el sistema inmunitario, nervioso y endocrino. Bajo estrés, se producen más hormonas en el cuerpo y el sistema inmunitario se debilita. Una de las consecuencias es la „inflamación silenciosa“, que también se refleja en nuestra piel en forma de rojeces y sarpullidos.

Pero también hay otros factores que pueden causar problemas en la piel:

  • Tensión psicológica permanente (por ejemplo, estrés crónico)
  • Dieta desequilibrada (demasiada proteína animal)
  • Medicamentos
  • Fumar
  • Hormonas (por ejemplo, menopausia, testosterona)
  • Producción excesiva de sebo
  • Clima (sol, humedad)
  • Menopausia (caída de los niveles de estrógeno)
  • Alergias

Los problemas de la piel también son típicos de ciertas etapas de la vida. Durante la pubertad, por ejemplo, muchos adolescentes desarrollan granos de acné y puntos negros debido a los cambios hormonales. La piel también cambia durante la menopausia de una mujer. El cambio hormonal puede ser una de las razones. Con la edad, la piel se vuelve automáticamente más fina, seca y sensible. Cuando aparecen en la piel puntos negros, espinillas o, en el peor de los casos, acné, son varios los factores desencadenantes. Los puntos negros se producen cuando las glándulas producen cantidades excesivas de sebo. El sebo no puede salir porque la piel está muy queratinizada, y se forma un tapón que cierra la salida del conducto folicular. El pigmento de la piel, la melanina, reacciona con el oxígeno del aire y confiere al punto negro su color oscuro al decolorar el tapón. Los puntos negros aparecen principalmente en la frente, la nariz, la barbilla y, si la piel es grasa, en toda la cara. Si el punto negro se inflama, se denomina grano. En ese caso, la piel se enrojece, las bacterias y otros patógenos pueden instalarse y provocar una infección. En la punta del grano suele formarse un foco de pus, que puede causar dolor.

Por otro lado, una afección principalmente hormonal es el acné, que se produce sobre todo en los adolescentes varones como consecuencia del aumento de la producción de testosterona. Los chicos que atraviesan la pubertad suelen tener problemas con los cambios hormonales en su cuerpo. Las hormonas masculinas hacen que las glándulas sebáceas produzcan más grasa para proteger mejor la piel de las influencias ambientales negativas. Sin embargo, en el acné, los conductos excretores de las glándulas sebáceas se estrechan, lo que dificulta la salida de los fluidos y provoca una obstrucción de los conductos sebáceos.

¿Cuáles son los diferentes problemas de la piel?

Además de producir dolor y picazón, los problemas de la piel pueden ser muy perjudiciales para la psique. Los granos, las manchas y las rojeces son difíciles de disimular y, por tanto, causan gran malestar a los afectados. Existen varios nombres para las alteraciones de la piel, dependiendo de su forma, textura y tamaño. Estos cambios pueden producirse en toda la superficie de la piel o solo en algunas partes del cuerpo.

En general, se distinguen los siguientes cambios en la piel:

  • Manchas: pequeñas rojeces en la superficie de la piel.
  • Pápulas, nódulos, bultos: estructuras tisulares palpables
  • Vesículas: cavidades llenas de líquido
  • Pústulas: cavidades llenas de pus
  • Ronchas: Elevaciones en la piel humana del tamaño de una cabeza de alfiler o de una moneda
  • Escamas: células desprendidas en la piel seca
  • Cicatrices: red fibrosa de la piel que cierra una herida una vez completada la cicatrización
  • Grietas: desgarro estrecho a través de la superficie de la piel
  • Costras: cierre natural de la herida tras una lesión cutánea debido a la sangre coagulada y endurecida

Enfermedades de la piel: ¿tiene algo que ver el funcionamiento del aparato digestivo?

Muchas personas aún no son conscientes de que las enfermedades de la piel suelen estar estrechamente relacionadas con cambios en la flora intestinal. Los estudios científicos han demostrado que los pacientes que padecen enfermedades crónicas de la piel, como rosácea, dermatitis atópica y psoriasis, a menudo presentan un desequilibrio intestinal o „disbiosis“. Este término se refiere a una alteración de la microbiota normal. Si proliferan los microorganismos patógenos en el intestino, estos suelen provocar diversas enfermedades e inflamaciones en el organismo. Esto puede dar lugar a irritaciones, que van acompañadas de un cambio en el aspecto de la piel. Los estudios han constatado cada vez más que el número de lactobacilos y bifidobacterias en los pacientes con acné está reducido. Se ha demostrado que la ingesta de estas bacterias produce una mejora significativa en los pacientes con acné al reducir los mensajeros proinflamatorios.  Si el intestino deja de funcionar de forma óptima, las vitaminas para la piel, los minerales y los oligoelementos, como el zinc o el selenio, ya no pueden absorberse correctamente. Los contaminantes tienen así vía libre para penetrar en nuestro organismo y desencadenar inflamaciones o reacciones alérgicas en forma de granos o eczemas atópicos. Debido a estas reacciones en el cuerpo, el sistema inmunitario se debilita y ya no es capaz de reaccionar ante determinados ataques de microorganismos patógenos.

¿Qué recomiendan los dermatólogos para el acné?

Muy pocas personas tienen la suerte de tener una piel perfecta. Casi todo el mundo tiene granos o puntos negros de vez en cuando. A menudo basta con cambiar la dieta o reducir el estrés diario. Sin embargo, se convierte en un problema cuando hay granos dolorosos e inflamados de forma permanente en la cara.  En tal caso, es necesario consultar a un médico antes de empezar a hacer experimentos usted mismo. A menudo no sirve de nada comprar el producto para la piel más caro de una farmacia o droguería, porque las causas suelen estar en el propio organismo.

Para mejorar el aspecto de la piel en general, las siguientes medidas pueden ayudar:

  • Si ha aparecido un grano en la cara, es mejor no apretarlo. Se recomienda acudir a una esteticista que trate los puntos negros y los granos de forma profesional. Si no se hace esto, pueden aparecer nuevas inflamaciones y sus consecuentes cicatrices.
  • La piel con imperfecciones sólo debe limpiarse con jabones o lociones de lavado de pH neutro ≈ 5,5 (que corresponde al pH del manto ácido natural de la piel), suaves, sin perfume y no agresivos para la piel. Tampoco se debe lavar la piel con demasiada frecuencia, ya que esto puede eliminar el manto ácido y perjudicar la piel.
  • Deben utilizarse productos a base de agua, ya que las cremas grasientas o aceitosas pueden obstruir los poros y favorecer la aparición de manchas en la piel.
  • Probióticos para el intestino: contienen cepas de bacterias que promueven la salud intestinal y potencian la microbiota de la piel.
  • Se aconseja utilizar maquillajes correctores de la tez para conseguir una tez uniforme. Es importante utilizar productos especiales para la piel impura. Son fácilmente reconocibles por indicaciones como „no comedogénico“ (no obstruye los poros) o „sin grasa“.
  • La piel manchada no debe exponerse demasiado al frío, al calor o a la luz ultravioleta. El exceso de sol puede aumentar los granos, los puntos negros y el acné.
  • Una dieta saludable que incluya muchas frutas y verduras no sólo tiene un efecto positivo en la piel, sino también en el bienestar general del organismo.
  • No tocarse la cara con las manos. En las palmas de las manos hay muchas bacterias, por lo que es aconsejable lavarse las manos con regularidad para gozar de buena salud.
  • Se recomienda el uso de toallas separadas para la cara y las manos. Las toallas también deben cambiarse con más frecuencia de lo habitual.

¿Pueden las bifidobacterias y los lactobacilos probióticos influir en nuestra piel?

El acné es una enfermedad que afecta las glándulas sebáceas y los folículos pilosos de la piel. Al principio se desarrollan puntos negros, que luego se convierten en pápulas, pústulas o nódulos. Las zonas frecuentemente afectadas son la cara, la parte superior del pecho, la espalda y el cuello. Las causas del acné pueden ser variadas. A menudo, el acné aparece en la adolescencia, cuando las hormonas están cambiando. Sin embargo, hay otras etapas de la vida en las que las hormonas cambian, como durante la menstruación, el embarazo, la menopausia o la vejez. El estrés cotidiano, los medicamentos, las lesiones cutáneas, el acné hereditario o el uso de productos de cuidado de la piel inadecuados también pueden ser un factor desencadenante.

Al igual que el intestino, la piel tiene su propia microbiota. De nuevo, si la población bacteriana está desequilibrada, la piel deja de estar protegida contra la proliferación de bacterias dañinas. Todavía no está claro cómo se pueden prevenir los brotes de acné causados por bacterias. Sin embargo, los científicos coinciden en que las cepas de bacterias probióticas tienen un efecto positivo en el aspecto de la piel. El microbioma intestinal está en estrecho intercambio con el de la piel. Si hay un desequilibrio en el intestino, esto también puede tener un efecto negativo en la microbiota de la piel, alterando su equilibrio. Los estudios confirman que la ingesta de cepas bacterianas específicas tiene una influencia positiva en la microbiota de la piel. Las cepas probióticas más prometedoras para fortalecer la piel son Lactobacillus acidophilus W22, W37 y W55, así como Bifidobacterium bifidum W23.

Las bacterias comensales beneficiosas del cuerpo forman un importante escudo protector contra los agentes no deseados, como las bacterias dañinas, los hongos y las toxinas. Estas bacterias “buenas” se sitúan literalmente entre la superficie de la piel y los microorganismos que la invaden desde el exterior, formando así una barrera protectora. Las cepas de bacterias probióticas son antimicrobianas en el sentido de que pueden apoyar a las bacterias „buenas ya presentes, evitando la irritación de la piel que en última instancia conduce al acné. Una vez que los microorganismos patógenos han entrado en el cuerpo, desencadenan una respuesta del sistema inmunitario y el cuerpo entra en modo de defensa, lo que provoca una inflamación. Se cree que las cepas bacterianas contenidas en los modernos probióticos multiespecie reducen estas reacciones defensivas y combaten así los brotes de acné.

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